Terminaba de barrer la cocina para quitar todos los pedacitos de comida que mi hija deja esparcidos después del almuerzo, y pasando junto a la ventana vi el cartero que dejaba un sobre grande y gordo sobre uno de los pilones de la reja. Desconecté la alarma, bajé las escaleras al trote, me quité las pantuflas, me puse los zapatos y corrí hacia el paquetito. Lo tomé entre mis manos y leí el esperado remitente: Universidad de Alicante.
Volví de prisa a la casa, abrí el sobre mientras subía los escalones de dos en dos. Fui al dormitorio y le di el libro a mi cítrico para que lo viera mientras yo atendía a la niña, que reclamaba la teta. “Oh, qué edición”, me dijo. “¿Está todo en español?”. Sí. “¿Es italiano?”. No, pero claro que puede confundir con ese nombre. Tomé el libro y lo hojeé rápidamente para al menos tener una vaga idea de su estructura. Lo dejé sobre la mesa de noche para amamantar a mi hija. Pocos minutos más tarde fue ella misma quien lo “estrenó”, lo botó al piso y se subió encima. Claro, anda con la manía de treparse a todas partes y es tan grueso ese texto…
Yo creí que la Teoría general de la mediación interlingüe de don Sergio Viaggio iba a tardar más en llegar, pues había pedido el envío por tierra. Ahora tendré que abandonar por un buen tiempo La seducción, de Baudrillard, que comencé justo ayer.
Hola Mariela, deja de lado por un rato a Baudrillard, que el broli de Sergio no tiene desperdicio!
Saludos desde Argentina,