Hace algunos días fue publicado un artículo mío sobre la vergüenza, escrito para el cuarto número de la revista Punto Aparte. Aquí está un pasaje:
La vergüenza que nos negamos a enfrentar nace en la infancia y nos reconduce siempre, inevitablemente, a la infancia. Nos hace sentir incompletos y pequeños, vulnerables y frágiles, expuestos a los demás. Nos lleva a apuntar el dedo hacia otra persona o situación para liberarnos del peso de nosotros mismos – peso adquirido, recordémoslo, no intrínseco. Llega irruenta y atroz, se revela en todo su paradójico esplendor atropellando nuestro cuerpo y nuestra necesidad de controlar la situación.
La vergüenza es un camaleón huidizo y flexible, cabe en todas partes. Ni bien crees haberla domesticado con lo mejor de tu artillería racional, hete que se asoma desde rincones olvidados y se presenta con un nuevo antifaz en el momento más inoportuno, exactamente cuando necesitabas todo lo contrario.
La versión completa está en Punto Aparte.