Una cosa es saber, tener conciencia, entender, incluso digerir algo. Otra cosa es que este conocimiento se refleje en nuestros actos, en nuestra vida cotidiana. Es el paso que aún no logré dar.
Ya eliminé a todos los fantasmas que había creado a mi alrededor, ahora de verdad no me queda otra que tratar conmigo. En eso estoy, pero cuánto cuesta, precisamente, que todo sea congruente, coherente, continuo, sincrónico. Si hasta ahora hice todo al revés, ¿lograré volcar la tortilla?